jueves, 19 de junio de 2008

Fidel Castro: La hormiga y el elefante‏

Reflexiones de Fidel Castro La hormiga y el elefante Uno cree que no hay tema que valga la pena comentar sin cansar a lospacientes lectores después de la Mesa Redonda del 12 de junio, quedivulgó la nueva edición de un libro publicado en Bolivia hace 15años, esta vez con un prólogo mío. Se leyó en ese programa unaintroducción elaborada posteriormente por el presidente Evo Morales yun mensaje de la prestigiosa escritora argentina Stella Calloni, quese incluirán en una próxima edición. Seleccioné cuidadosamente losdatos que utilicé en ese prólogo. Desde los primeros años de la Revolución Cubana se desarrolló unfuerte espíritu internacionalista, que tuvo sus raíces en el numerosocontingente de cubanos que participó en la lucha antifascista delpueblo español e hizo suyas las mejores tradiciones del movimientoobrero mundial. No solemos divulgar nuestra cooperación con otros pueblos, aunquetampoco habría forma de impedir que la prensa hable a veces de lamisma. Está motivada en sentimientos profundos que en nada serelacionan con la publicidad. Algunos se preguntarán cómo es posible que un país pequeño con pocosrecursos pueda llevar a cabo una tarea de esa magnitud en campos tandecisivos como la educación y la salud, sin los cuales no esconcebible la sociedad actual. El ser humano creó los bienes y servicios indispensables desde quevive en sociedad, y esta se desarrolló desde las formas máselementales hasta las más avanzadas a lo largo de muchos miles de años. La explotación del hombre por el hombre fue inseparable compañera deese desarrollo, como todos sabemos o debemos saber. Las diferencias en el modo de percibir esa realidad dependieronsiempre del lugar que cada cual ocupara en la sociedad. Se veía comoalgo natural y la inmensa mayoría no tomó nunca conciencia de esto. En pleno auge del capitalismo en Inglaterra, que iba a la vanguardiacon Estados Unidos y otros países de Europa, en el mundo dominado yapor el colonialismo y el expansionismo, un gran pensador y estudiosode la historia y la economía, Carlos Marx, partiendo de las ideas delos más prestigiosos filósofos y economistas alemanes e ingleses de laépoca —entre ellos Hegel, Adam Smith y David Ricardo, con los cualesdiscrepó—, elaboró, escribió y publicó sus ideas sobre las relacionesde producción e intercambio en el capitalismo en el año 1859 bajo eltítulo Contribución a la crítica de la Economía Política. En 1867,continuó divulgando su pensamiento con el primer tomo de su obracumbre, que lo hizo famoso: El Capital. La mayor parte de su extensolibro, a partir de notas y apuntes suyos, fue editado por Engels, quecompartía sus ideas y como un profeta divulgó su obra después de lamuerte de Marx, en 1883. Lo publicado por el propio Marx constituye el análisis más serio quese escribió nunca sobre la sociedad de clases y la explotación delhombre por el hombre. Nació así el marxismo, que ha sido el fundamentode los partidos y movimientos revolucionarios que proclamaban elsocialismo como objetivo, entre los que se contaban casi todos lospartidos socialdemócratas que al estallar la Primera Guerra Mundialtraicionaron la consigna enarbolada por Marx y Engels en el Manifiestocomunista, publicado por primera vez en 1848: "¡Proletarios de todoslos países, uníos!". Una de las verdades que el gran pensador expresaba textualmente deforma sencilla es: "En la producción social de su vida los hombresestablecen determinadas relaciones necesarias e independientes de suvoluntad, relaciones de producción que corresponden a una fasedeterminada de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. No esla conciencia del hombre lo que determina su ser, sino por elcontrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Al llegara una fase determinada de desarrollo de las fuerzas productivasmateriales de la sociedad, entran en contradicción con las relacionesde producción existentes¼ De formas de desarrollo de las fuerzasproductivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas y se abreasí una época de revolución social¼ Ninguna formación socialdesaparece antes de que se desarrollen las fuerzas productivas quecaben dentro de ella y jamás aparecen nuevas y más elevadas relacionesde producción antes de que las condiciones materiales de su existenciahayan madurado dentro de la propia sociedad antigua." Yo no podría explicar con otras palabras esos conceptos claros yprecisos emitidos por Marx de modo tal que, con una elementalexplicación de sus profesores, hasta un joven cubano de los queingresaron el pasado sábado 14 de junio en la Juventud Comunista puedacomprender su esencia. Sobre el desarrollo concreto de la lucha de clases, Marx escribió Lalucha de clases en Francia de 1848 a 1850 y El 18 Brumario de LuisBonaparte, dos excelentes análisis históricos que deleitan a cualquierlector. Era un verdadero genio. Lenin, continuador profundo del pensamiento dialéctico y lasinvestigaciones de Marx, escribió dos obras fundamentales: El Estado yla revolución y El imperialismo, fase superior del capitalismo. Lasideas de Marx, puestas en práctica real por él con la Revolución deOctubre, fueron igualmente desarrolladas por Mao Tse Tung y otroslíderes revolucionarios en el Tercer Mundo. Sin ellas la RevoluciónCubana tampoco habría estallado en el traspatio de Estados Unidos. Si el pensamiento marxista se hubiese circunscrito simplemente a laidea de que "ninguna formación social desaparece antes de que sedesarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella",el teórico del capitalismo Francis Fukuyama habría tenido razón alproclamar que la desaparición de la URSS era el fin de la historia yde las ideologías y debía cesar toda resistencia al sistemacapitalista de producción. En la época en que el creador del socialismo científico expuso susideas, las fuerzas productivas estaban por desarrollarse plenamente,la tecnología no había aportado todavía las mortíferas armas dedestrucción masiva capaces de provocar el exterminio de la especie; noexistía el dominio aeroespacial, el derroche sin límites dehidrocarburos y combustibles fósiles no renovables; el cambioclimático no se conocía en una naturaleza que parecía infinita al serhumano, ni se había presentado la crisis mundial de alimentos paracompartir entre incontables motores de combustión y una población seisveces superior a los mil millones que habitaban el planeta el año enque nació Carlos Marx. La experiencia de Cuba socialista tiene lugar cuando el dominioimperial se ha extendido por toda la Tierra. Al hablar de la conciencia no me refiero a una voluntad capaz decambiar la realidad sino, por el contrario, al conocimiento de larealidad objetiva que determina la conducta a seguir. Decenas de millones de personas habían muerto en la guerra provocada amediados del siglo XX por el fascismo, que nació de la entrañaantimarxista del capitalismo desarrollado previsto por Lenin. En Cuba, como en otros países del Tercer Mundo, la lucha por laliberación nacional bajo la dirección de las capas medias y la pequeñaburguesía, y la que ya venían librando por el socialismo los sectoresmás avanzados de la clase obrera y los campesinos, se sumaron ypotenciaron mutuamente. Afloraron igualmente las contradiccionesideológicas y de clase. Los factores objetivos y subjetivos variabanconsiderablemente en cada proceso. De la última contienda mundial habían surgido las Naciones Unidas yotros organismos internacionales, en los que muchos vieron una nuevaconciencia en el planeta. Era un engaño. El fascismo, cuyo instrumento el propio Hitler llamó PartidoNacionalsocialista, renació más poderoso y amenazante que nunca. El imperio envía y mantiene portaviones en todos los mares del mundopara intervenir militarmente. ¿Qué decide a fin de competir con Cubaen el área de nuestro hemisferio? Enviar un enorme barco convertido enhospital flotante que trabaja diez días en cada país. Un número depersonas pueden ser ayudadas pero está muy lejos de resolver losproblemas de un país; no compensa tampoco el robo de cerebros ni puedeformar los especialistas que necesita para prestar verdaderosservicios médicos cualquier día de la semana y del año. Todos losportaviones juntos, que ahora son instrumentos de intervención militaren los diversos océanos de la Tierra, convertidos en hospitales nopodrían prestar esos servicios a los millones de personas que losmédicos cubanos atienden en lugares apartados del mundo, donde parenmujeres, nacen niños y hay enfermos que necesitan atención urgente. Nuestro país ha demostrado que puede resistir a todas las presiones yayudar a otros pueblos. Meditaba sobre la magnitud de nuestra cooperación no sólo en Bolivia,sino en Haití, el Caribe, varios países de Centroamérica y América delSur, África, y hasta la lejana Oceanía, a 20 000 kilómetros dedistancia. Recordaba igualmente las misiones de la Brigada HenryReeve, en casos de graves emergencias, viajando en nuestros propiosaviones, transportando personal y otros recursos. El millón de operados gratuitamente de la vista cada año en AméricaLatina y el Caribe de que hemos hablado, no está lejos de alcanzarse.¿Puede acaso emular Estados Unidos con Cuba? Utilizaremos la computación no para fabricar armas de destrucciónmasiva y exterminar vidas sino para transmitir conocimientos a otrospueblos. Desde el punto de vista económico, el desarrollo de lasinteligencias y las conciencias de nuestros compatriotas, gracias a laRevolución, nos permiten no sólo cooperar con los pueblos que más lonecesitan sin costo alguno, sino también exportar serviciosespecializados, incluidos los de salud, a países con más recursos quenuestra patria. En ese terreno Estados Unidos no podría competir jamáscon Cuba. Nuestro pequeño país resistirá. En pocas palabras: ¡La hormiga pudo más que el elefante!

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