domingo, 24 de mayo de 2009

España. El llamado caso Gürtel afecta ya a altos cargos del partido opositor‏

Los métodos más vulgares de la corrupción parecen haber regresado a España con el supuesto caso Gürtel, una trama que salpica a altos cargos del derechista Partido Popular (PP), los llamados “barones”, varios de ellos ligados al ex presidente José María Aznar. Ayer, Francisco Camps, máximo responsable del gobierno valenciano e imputado por presunto delito de cohecho, se sentó frente al juez que le dejó libre tras escucharle durante 45 minutos aunque sigue imputado.
El personaje central de la operación –la mayor que se conoce después de la transición– es Francisco Correa, encarcelado por el juez Baltasar Garzón. Correa, uno de los invitados a la boda de Ana Aznar en 2002, se encargó, según los autos judiciales, de sobornar a varios altos cargos del PP que van desde presidente de comunidades autonómicas, diputados, eurodiputados, alcaldes y hasta funcionarios menores.
De todo este embrollo ha quedado fuera Garzón, el juez se inhibió a favor a los Tribunales Superiores de Justicia de Madrid (TSJM) y la Comunidad Valenciana (TSJCV) desde el momento en que Camps y varios de su equipo se vieron implicados. Además, el caso le costó el cargo al ahora ex ministro Mariano Fernández, al ser descubierto en una cacería con Garzón en plena investigación de la trama. Lo que sorprende a todos es que el líder del PP, Mariano Rajoy, no se ha manifestado al respecto. Eso sí, el gallego ha respaldado a Camps pero se niega a ahondar en el caso. Esta actitud tiene molesto a un sector de la sociedad y sobre todo al gobernante Partido Socialista Obrero Español (PSOE). El silencio de Rajoy ha provocado que por enésima ocasión sea cuestionada su autoridad en el partido, sobre todo si la trama también ha tocado a su número tres, Ana Mato. El sumario del caso señala que el ex esposo de Mato y ex alcalde de Majadahonda (Madrid), Jesús Sepúlveda, recibió de Correa un coche Jaguar último modelo cuando era secretario electoral del PP en 1999.
El diario El País afirma que en la sede del PP, en la madrileña calle Génova, “se recuerda su aparición (de Correa) en el inicio de la era de Aznar” donde se utilizaba poco Internet y tras su llegada el PP se puso a la cabeza en la organización de actos con megaescenarios y realizaciones televisivas novedosas, todo a través de su empresa Special Events. “Se le veía en todos los mítines de Aznar, siempre en zonas preferentes, y en la sede de Génova se paseaba como si fuera suya. Algunos aún recuerdan que llegaron a pensar que era un dirigente más del partido por su familiaridad y facilidad para moverse entre ellos”, añade.
De Correa se recuerdan sus coches de alta cilindrada, su porte de cincuentón coqueto, campechano, su pelo engominado y barba canosa. Es decir, el prototipo de hombre maduro y desenvuelto que se cree atractivo y que desea que, con sólo mirarle, quede claro que todo le va bien. Entre Correa y su brazo derecho, Álvaro Pérez, El Bigotes, supuestamente se encargaron de sobornar a medio PP. Los regalos de lo más variopintos: coches de lujo, joyas, casas, viajes, trajes (Camps se ha sentado en el banquillo por presuntamente haber recibido varios trajes de miles euros, entre otras cosas) y dinero en efectivo. Ahora nadie en el PP dice conocer a Correa, nadie le recuerda por los pasillos del partido, ni siquiera Rajoy pese a que imágenes y fotografías muestran que al supuesto líder de la trama Gurtel en varios actos de campaña electoral del líder de la derecha española.

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