miércoles, 2 de julio de 2008

A hurtadillas, Gordillo consuma charrazo en la sección 9 del SNTE


A escondidas de la mayoría de los delegados, ocultando dónde se realizaría el 23 congreso extraordinario de la sección 9, Elba Esther Gordillo Morales consumó un nuevo charrazo, al imponer como secretaria general a María Teresa Pérez Ramírez, “electa” en menos de una hora en una cochera acondicionada como salón de fiestas, en una aislada zona del norte de la capital.
Frente a la ilegalidad con que se desarrolló el congreso, la disidencia, que había captado “80 por ciento de los delegados”, nombró y tomó protesta a un comité paralelo elegido por las bases, el cual será encabezado por Francisco Nicolás Bravo.
La primera acción del nuevo comité seccional democrático fue recuperar la sede sindical, ubicada en Belisario Domínguez 32, que muy temprano había sido tomada por las huestes gordillistas. Un amplio contingente de maestros opositores ingresó al inmueble, luego de dos horas de martillar el portón principal, que para entonces ya había sido soldado por sus adversarios.
Una vez que los docentes entraron, 159 personas, entre operadores y golpeadores, se atrincheraron detrás de unas puertas, que ellos mismos encadenaron. Y, finalmente, resguardados por una valla de seguridad, abandonaron del local.
Mientras circulaban al menos cinco versiones de posibles sedes del congreso, e incluso los institucionales mostraban a los disidentes la que aseguraban sería la escenografía del encuentro en un hotel del sur de la ciudad, se asestó el golpe con la imposición de una nueva dirigencia, elegida a mano alzada por una mayoría no identificada como delegados, quienes fueron trasladados al “salón Caledonia”, de la colonia Santa Isabel Tola, en la delegación Gustavo A. Madero.
Vienen a golpearlos
Hasta su llegada, los asistentes descubrieron que esa sería la sede del encuentro, luego de que una voz anónima anunció por las bocinas que sólo contaban con media hora para “sacar los trabajos del congreso”, con la amenaza de que “ya andan cerca los democráticos y nos vienen a golpear”.
Los asistentes se encontraban dentro de un salón de fiestas “rascuache, donde ya estaba todo preparado. Entramos como reses y salimos igual”, afirmaron.
Así, el enviado de Gordillo Morales pidió a los ahí reunidos –”golpeadores, delegados cachirules y personal de apoyo del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE)”– concretar lo más pronto posible el nombramiento del titular de la secretaría general, con la promesa de que los demás cargos “se los repartirían”.
Y aunque no fueron distribuidas las carteras sindicales, sí fueron rifadas en papelitos blancos, numerados de acuerdo con los puestos disponibles y el número de comisionados que se ofrecían. “Nos reunieron por direcciones. Dijeron que había cuatro carteras por cada una, con cuatro suplentes y cinco comisionados. En total eran 13 cargos, pero en mi dirección, la número uno, éramos 21 personas, de modo que al que sacaba el papelito con el número uno le tocaba cartera, pero si tenías el número seis, eres suplente, y si tenías el número 11, estabas comisionado”, afirmó el director de la primaria General Ignacio Zaragoza, Ulises Gómez, quien se negó a respaldar con su voto tales actos.
En menos de una hora, el congreso se inauguró, sesionó, votó y se clausuró. Todo gracias a que no hubo registro de delegados ni actas de escrutinio, y mucho menos se verificaron los nombres de los electores, “ya que sólo pasábamos como vaquitas al matadero”.
Pasado el mediodía, Pérez Ramírez ya había sido designada nueva secretaria general, en sustitución de Blanca Luna Becerril, quien se mantuvo por más de siete años en el cargo de manera irregular, luego de haber sido electa en julio de 1998, por sólo tres años.
El nuevo dirigente democrático, Francisco Bravo, definió el día de ayer como uno de los más negros en la vida política sindical del país, tras concretarse el charrazo.

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